jueves, 22 de octubre de 2009

Sigue caminando

En una ocasión el hombre que más admiro en el mundo me dijo: "la clave para no añorar el pasado es disfrutar plenamente el presente". Estas palabras se han quedado muy marcadas dentro de mi; las recuerdo frecuentemente y trato, en efecto, de disfrutar lo más que pueda el aquí y el ahora. Aunque he tenido, en general, una vida feliz y gratificante muy rara vez tengo problemas de nostalgia. Pero disfrutar diáfana y sinceramente el presente trae un peligro que, hasta hace poco, no me era tan evidente.


El saberme afortunado y satisfecho con lo que tengo, apreciar mi trabajo, gozar de mis amistades y de las maravillas del lugar donde vivo me ha traido también un irrevocable miedo al cambio. Miedo a que aquello que ahora amo, deje de ser. Miedo a que, quienes ahora me son cercanos, el tiempo y la distancia nos convierta en extraños. Miedo a un futuro en el que no pueda seguir sosteniendo las esperanzas que hoy me hacen levantarme cada día de la cama. Miedo a que un día la pila de errores cometidos sea tan grande que me haga perder el respeto por mi mismo y en ese momento, perderlo todo.

El miedo puede paralizarme; hacer que me aferre con uñas y dientes a mi alrededor sólo para notar cómo de cualquier forma se me escapa para hacerme entender al final que fue precisamente mi miedo la causa principal del desastre.


"Disfrutar plenamente el presente, para no añorar el pasado"... creo que otra forma de decir lo mismo es "ten plena fe en el futuro para que puedas seguir caminando". Si me aferro demasiado al presente estoy degradando al futuro. No debería dejar que la duda entre en mi sobre un futuro al menos igual de venturoso que mi presente.

   "[...] No creas, pues, jamás que la excelencia de un bien es condición negativa para su advenimiento.
    Abre con confianza todas las capacidades de tu espíritu, ante la posibilidad de recibirlo. No sea que, cerradas por las llaves de tu escepticismo tus puertas interiores, cuando llegue la felicidad suma que te tocaba en suerte, no pueda entrar... y se aleje para siempre."
-Amado Nervo, Plenitud


Sigue caminando. Todo mundo te advierte: que las caídas no te detengan, levántate y sigue caminando. Creo que en el mismo sentido también cabe la advertencia: no te aferres demasiado al presente, sigue caminando. No se puede evitar el cambio, tengo que seguir caminando y la mejor manera de hacerlo es con optimismo y esperanza.

martes, 6 de octubre de 2009

Pulso

Hace poco mi maestro de piano preguntó ¿qué es el pulso?, ¿dónde podemos encontrarlo cotidianamente?
De haber podido entonces, le hubiera contestado algo así:

Pulso es algo que da orden y ritmo, la repetición de un patrón, una pauta, una constante. Es como el tic-tac del segundero, como la persistencia de una gotera. Es el tamborileo de la pluma sobre la mesa o del pie en la sala de espera. Nuestras piernas al caminar, el golpe del pie en el suelo al trotar, un ejército marchando al unísono, el aplauso sincronizado de la multitud, el tacto en de los barrotes al pasar acariciándolos con los dedos. Es como las luces intermitentes de los automóviles, las luces preventivas para aviones, los faroles de la calle empedrada, el sol entre los dedos de la mano, entre los edificios, el pulso casi sanguíneo de los carros y los semáforos en la ciudad, las elecciones en política, las guerras en historia. Es el ritmo de las sílabas al enumerar, de la rima en el poema, la "a" en "catarata", las consonantes en "titiritero", los espacios blancos en una plana, varios puntos suspensivos. Dos hombres picando piedra, el eco del hacha en el bosque solitario, el sonido de la escoba barriendo, de la secretaria tecleando con calma pero sin pausa, una mujer batiendo el pastel y las velitas en ese pastel a punto de ser sopladas. Las curvas que la serpiente deja en la arena, las hormigas interrumpiendo el gris del suelo, las rayas negras de la zebra, el batir de alas en ascenso. La respiración cuando dormimos. El corazón latiendo en una noche callada. La oscuridad que se alterna con el día. La vida tras la muerte tras la vida.

Mira Atentamente

Detente y obsérvalas:
blancas, brillantes, lejanas;
contempla su belleza ufana
profunda, sublime y olvidada.

La noche te envuelve
y el Sol se extingue
el azul sucumbe
y el negro persiste
pero ellas inmutables
bellas, perpetuas, divinas,
majestuosas, lejanas y sombrías.
Soledad absoluta.

Contempla la muerte de tu locura
y la agonía de tu vida
¡aquí nada perdura!
y se desvanece tu alegría.
Tus demonios se pierden,
tu soberbia fenece,
tus angustias sucumben
y tu virtud desaparece.

¿Comprendes tu pequeñez,
lo absurdo de tu orgullo
y lo efímero del placer?
¡Terrible conjuro!
Nada hay real
que no sea banal.

Vuelve abajo,
detén tu sollozo,
veme a los ojos
y toma mi mano.

Somos iguales,
soy tu hermano;
vivimos el mismo oleaje,
tu destino lo comparto.

¿Lo ves ahora?
Mi voz te habla
Esta es la caja de Pandora
Aquí está la esperanza

Belleza inefable,
canción sublime,
con un solo mensaje
que habla y redime.

Soy yo tu esperanza
y tu mi única alegría
llénate de confianza
regresa a la luz del día.

Sólo tú vales la pena
si acaso no te amo
no hay nada que tenga
y mi vida es en vano.

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Este es un poema que escribí a principios de año para el blog Intento Literario y que me gustaría seguir compartiendo. Cambié un poco la estrofa final. Espero les guste.